Caracas, una ciudad verde amenazada por la tala masiva

En Chacao se podan anualmente entre 800 y 1,000 árboles de los 7,000 que tiene

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Ramas y trozos de madera en el suelo alrededor de un inmenso tocón es lo único que queda de un centenario árbol cortado en Caracas, ejemplo de la tala masiva que grupos ambientalistas denuncian en la capital de Venezuela.

Falta de conciencia, anarquía o simple incompetencia: ver restos de árboles desperdigados en las calles se ha vuelto un paisaje común en esta ciudad de numerosos espacios verdes, enclavada en la falda del imponente cerro El Ávila.

Eladio Acosta recoge los pedazos del mutilado mijao -árbol tropical que puede alcanzar 40 metros de altura- apilados frente a un edificio en construcción en el exclusivo barrio del Country Club. “A mí me buscaron para cortarlo, no lo corté y buscaron a otra gente”, cuenta este jardinero de 69 años.

El árbol había sobrevivido viejas obras hasta febrero pasado, cuando fue talado con el argumento de que representaba “un riesgo inminente” para los futuros habitantes de la edificación y sus vehículos.

“Les estorbaba porque querían ver El Ávila”, se queja Eladio.

No hay una estimación de deforestación en Caracas, pero está “fuera de control”, denuncia Gabriel Nass, integrante de Plantados, coalición de organizaciones ambientalistas para “defender el arbolado urbano”.

La agrupación recibe entre dos y tres denuncias diarias de talas o podas mal ejecutadas. Árboles fueron cortados el año pasado en la principal autopista de la ciudad para sustituirlos por palmeras doradas de hierro forjado que forman parte de una escultura del cacique Guaicaipuro, líder de la resistencia indígena en La Conquista.

“Sin sentido, sin criterio”

“El foco central está en la forma banal con la que se asume la presencia de los árboles. Creer que se puede prescindir de los árboles, que se pueden sustituir por cualquier otra cosa (…), es un signo de arrogancia e ignorancia”, dice Cheo Carvajal, director de Ciudad Laboratorio, una de las organizaciones de la coalición Plantados, que adelanta un proyecto para registrar las condiciones de los árboles en la ciudad y desarrollar proyectos de mantenimiento.

Ambientalistas reportan desde 2020 talas en el interior del país para usar la madera como leña ante una escasez crónica de gas para cocinar en medio de la crisis que azota este país.

En Caracas, con servicios más normalizados, hay una “tala indiscriminada, sin sentido, sin criterio”, sostiene la activista ambiental Verónica Carrasco, que estima que la mayoría de los restos de árboles termina en vertederos sanitarios.

El presidente Nicolás Maduro pidió en noviembre “preservar y sembrar” árboles: “Están talando grandes árboles en Caracas, ¡mosca! (alerta)”.

Pero fue el ministerio de Ecosocialismo el que autorizó la tala del mijao en el Country Club.

Nass habla de “desinformación ambiental” en este país sin políticas contra el cambio climático. “Hay vecinos que por sus propias manos le pagan a alguien (para talar un árbol), porque el árbol les molesta de alguna forma”.

“Adóptame”

Las autoridades municipales aseguran que las podas se realizan por mantenimiento, despeje de vías o prevención.

“Hay una política de evitar las talas al máximo, salvo que sea un tema exclusivamente de seguridad”, explica a la AFP Darwin González, alcalde de Baruta, uno de los cinco municipios de Caracas.

En Chacao, municipalidad en la que queda el Country Club, autoridades ambientales aseguran que solo talan árboles secos, pero aclara que hay casos que maneja el ministerio, que no respondió a pedidos de la AFP de comentarios.

En esta jurisdicción se podan anualmente entre 800 y 1,000 árboles de los 7,000 que tiene, según la alcaldía, que lanzó un plan de reforestación: “Adóptame”, se lee en carteles en jardineras vacías con el dibujo de un árbol.

El alcalde González prevé “próximamente” una “resiembra masiva” en Baruta. No dio plazos.

Por cada árbol talado, propone Plantados, deberían sembrarse 10 o, al menos, replantar los que fueron cortados como ocurrió en 2020 tras la tala de unos sauces llorones de una emblemática plaza frente a la Universidad Central de Venezuela, declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Esos sauces hoy están retoñando.

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