El ayuno intermitente, ¿recomendable? –

Debido a la creciente tasa de sobrepeso y obesidad nos encontramos buscando estrategias diversas para conseguir resultados. Ayunar significa, dejar de comer y/o beber por periodos de tiempo. Esta conducta es algo que se practica desde hace siglos, por razones religiosas o como parte de una rutina regular de alimentación.Es importante resaltar, que para realizar

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Debido a la creciente tasa de sobrepeso y obesidad nos encontramos buscando estrategias diversas para conseguir resultados. Ayunar significa, dejar de comer y/o beber por periodos de tiempo. Esta conducta es algo que se practica desde hace siglos, por razones religiosas o como parte de una rutina regular de alimentación.

Es importante resaltar, que para realizar recomendaciones específicas, el médico debe basarse en evidencia científica y es lo que tomaremos en consideración para analizar este patrón dietético en tendencia:

– Sobre el control de peso. Sabemos que un déficit continuo de calorías provee beneficios en la pérdida de peso. En el ayuno intermitente se ha apreciado una pérdida de peso de hasta un 8% más que el déficit calórico continuo, necesitando evaluar la tasa de apego y sostenibilidad pues la tasa de abandono sigue siendo muy elevada.

– Control de glicemia e insulina. Se sugiere que el ayuno intermitente podría proveer de unos niveles de glucosa (azúcar en sangre) más bajos, pero esta afirmación se ha estudiado en ratones principalmente, extrapolando las conclusiones a los humanos (Mattson, 2017).

– Sobre el sistema cardiovascular. En un estudio realizado en 107 mujeres postmenopáusicas, el ayuno intermitente podría reducir niveles de proteína c- reactiva, colesterol total y LDL, triglicéridos y presión arterial (Harvey, 2011).

– Sobre el envejecimiento y estado cognitivo. En modelos animales se ha demostrado que una ingesta baja en calorías, sea continua o intermitente podría retrasar el envejecimiento, la evidencia incluye reducción en el estrés oxidativo, memoria preservada y algunos biomarcadores (Mattson, 2005). Sobre este beneficio, la población de estudio en humanos ha sido muy corta (menos de 20 personas, Heibronn, 2005).

– Sobre el impacto psicológico. Un estudio de unas 59 personas por 8 semanas sugirió que el ayuno podría reducir la depresión y los atracones (Hoddy, 2015).

– Sobre la microbiota intestinal. Conocemos sobre la relación de microorganismos intestinales y la protección contra el desarrollo de obesidad, encontrando que en modelos animales, el ayuno intermitente promueve el crecimiento bacteriano y la pérdida de peso (Li, 2017).

– Sobre el efecto antiinflamatorio. Se relaciona el ayuno, la producción de cuerpos cetónicos y ácidos grasos libres con efectos antiinflamatorios, no encontrando estudios en humanos considerables para concluir al respecto (población de 10 personas, Johnson, 2007).

Notemos todos los puntos de probable beneficio que al ayuno podría atribuírsele, pero también resaltemos, que la mayoría de los estudios científicos hasta la fecha se han realizado en roedores o mamíferos, siendo la población de humanos estudiada muy poco significativa para recomendar al ayuno como una pauta saludable y sostenible.

Entonces no, no recomendaríamos el ayuno en pacientes con diabetes o con tendencia a episodios de hipoglicemia. Así como alertamos sobre efectos secundarios como mareos, fatiga, falta de concentración y otros relacionados a la falta de ingesta.

Nos mantendremos alertas sobre los estudios que sean diseñados en torno a este interesante tema.

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