Nuevo encuentro interiorista en Ateneo Insular

Narradores y poetas se reunieron para participar de las ponencias que se escribieron en honor de los interioristas Fausto Leonardo Henríquez, sacerdote dominicano y poeta místico radicado en Honduras, y Luis Velásquez Reyes

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Iniciamos esta crónica con una hermosa historia ocurrida en el encuentro literario del Ateneo Insular, celebrado en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz los días 14 y 15 de enero del presente 2023. Fue en uno de sus momentos que el maestro consignó la expresión que encabeza este escrito. Narradores y poetas se reunieron para participar de las ponencias que se escribieron en honor de los interioristas Fausto Leonardo Henríquez, sacerdote dominicano y poeta místico radicado actualmente en Honduras, y Luis Velásquez Reyes, poeta hondureño perteneciente al Grupo interiorista de Honduras. Todas las presentaciones fueron bien valoradas por los asistentes; pero hubo dos que concitaron una fruición especial en uno de los poetas, el místico Leopoldo Minaya: los estudios de don Bruno Rosario Candelier.  

En sus textos, el maestro ponderó altamente la poética de los invitados y fue bajo esta aura que tuvieron lugar sus inspiradas expresiones en mérito de las obras de los escritores interioristas, que ha visto a través del tiempo. Así dijo aquel discípulo a su maestro: «La obra suya, como teórico del Interiorismo es magistral.  No solamente lo que usted dice, sino lo que usted hace, como director, como creyente, como narrador, como creador, nosotros lo agradecemos mucho. Y a veces yo digo que no ponderamos lo suficientemente su labor escritural y el brillante ensayista que usted es. Esto es modelo de poesía, efectivamente, pero esto es modelo de ensayística. De manera que nosotros, como miembros del Ateneo, deberíamos criticar la crítica y ponderar estos trabajos». 

El maestro, ruborizado, agradeció las nobles palabras de Leopoldo Minaya, y reconoció, humildemente, que la misma es producto de una vasta disciplina de aprendizaje, lógico parámetro que iluminó el alma creadora de quienes persiguen sus sueños genuinamente. Luego agregó: «Lo más importante es que ustedes lo vivan interiormente y que eso se traduzca en una creación más profunda, más hermosa, más luminosa, ciertamente, que es lo que yo procuro, que es lo que yo motivo cuando hago esos estudios». Más adelante, al agradecer a Fausto Leonardo Henríquez «su devoción por el ideario interiorista, por lo cual ha contribuido a expandirlo», manifestó con alta estima: «Independientemente de su vocación de promotor, su obra literaria es modelo de lo que predica el Interiorismo, porque lo que predica el Interiorismo está en el plano teorético: lo que realmente enaltece al Interiorismo es lo que hacen los creadores interioristas». 

Las actividades  

Iniciada la sesión del sábado por la tardeYolanda de Jesús presentó la obra Los novísimos de honduras, de Fausto Leonardo Henríquez. Elidenia Velásquez, del mismo poeta, Ínsula presentida. Esta última expuso que, a su entender, «el fundamento conceptual» de la obra estudiada «es el amor avasallante y la búsqueda perenne del rostro del Amado, el que acompaña, el que se esconde, el que habla, pero también calla; el que consuela y al mismo tiempo atormenta con sus insondables misterios». Explicó que «los grandes contemplativos de todos los tiempos sintieron en su ser la viva llama del amor sublime, experimentaron el dolor y la agonía que los unía o separaba del Eterno como puede apreciarse en el poema 83»: «Tus manos han hecho hablar el barro. / El barro hoy te busca en la noche. Te palpa la voz. / Le diste al barro vida. El barro anhela tu divinidad. / Huérfano se postra, míralo. Barro / Con corazón, barro con dolor y muerte. Barro / Que orilla tu nombre como ola que balbuce / Su llanto. ¡Ay, que gime el barro, que sueña / Hallarte!». Miguelina Medina, por su parte, presentó un estudio al poemario Recuéstate en mis ojos, de Luis Velásquez Reyes.  

La sesión de la noche fue el espacio donde el maestro Bruno Rosario Candelier leyó sus destacados estudios. En el titulado «Creación poética y cuántica de Luis Velásquez», por ejemplo, se expresó de la siguiente manera: «La estrofa que elegí como epígrafe de este estudio sobre la creación poética de Luis Velásquez tiene un verso sugerente y revelador: “Encuentro una ventana que se dilata con la luz”. Al creador le impacta el trasfondo de la ventana y, al parecer, queda deslumbrado –palabra que viene de lumbre, que significa ‘luz’– ante lo que sus ojos contemplan. Se siente anonadado ante el misterio. Algo similar a lo que le ocurrió a William Blake, al ver “un mundo en un grano de arena y un cielo en una flor silvestre”. Las palabras del poeta no aluden a la realidad sensorial de lo viviente, la ventana que descubre Luis Velásquez es la del sentido sutil de su visión interior, entrañable y subjetiva, misteriosa y etérea, profunda y luminosa. En su indagación objetiva y suprasensible, cuántica y mística, se “eleva hasta la cumbre del silencio”, como dice en “Corazón abierto”». 

En el segundo estudio, titulado «El aliento redentor de Fausto Leonardo», el maestro argumentó  como sigue: «Los místicos experimentan un estado de unificación con Dios, que viven y disfrutan mediante una vinculación sagrada con el halo superior de lo divino, que la ciencia de la física cuántica llama “partícula de Dios”, con la que confirman su existencia en la materia y en las redes invisibles del mundo visible, que los místicos de alta dotación contemplativa siempre han sentido y experimentado en la realidad de lo viviente y en el fuero de la conciencia mediante una singular experiencia de deificación, o proceso interior de la conciencia que encarna un halo sagrado de lo divino mismo. Fausto Leonado Henríquez tiene desarrolladas la inteligencia sutil, la capacidad creadora y la espiritualidad con el aval intelectual, estético y espiritual para escribir poesía mística adobada con la dolencia divina, el amor puro y la sabiduría sagrada. Su intuición mística fue comprender que, en razón de la dotación divina en nuestro espíritu, hemos de realizar una tarea que eleve la conciencia espiritual del ser humano, para que, en su trayectoria existencial, alcance el desarrollo de su espiritualidad sagrada».     

En la sesión matinal de domingo, el teólogo Luis Quezada Pérez inició los trabajos. Manifestó que su ponencia es «un acercamiento a la obra de Fausto Leonardo Henríquez Transhumanismo, posthumanismo y doctrina social de la iglesia». Dijo que «el planteamiento de fondo de la tesis es una tentación permanente y actual: No queremos hacernos humanos sino hacernos dioses». Y añadió a su interpretación: «El proyecto de Dios es que el hombre sea humano en la temporalidad y al acceder a la eternidad alcance la convivencia con la Divinidad», pues «el Génesis es claro al presentar el proyecto de Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza” (Gen. 1, 26). No dice ‘hagamos ángeles’ o ‘hagamos dioses’».  

En cuanto al «concepto transhumanismo», explicó que, en su visión, este «significa transformar lo humano a través de la tecnología que provocarán las ciencias convergentes: nanotecnología, biotecnología, inteligencia artificial, etc.), “con las que se piensa reparar las dolencias físicas, cognitivas y emocionales del ser humano, así como aumentar sus capacidades innatas o incorporar otras nuevas” (p. 23); es el camino que nos llevará a una meta: el posthumanismo, un estadio “más allá de lo humano”, donde se visualizan dos aspectos: la robotización del hombre y/o la divinización del hombre». Dijo que el autor, «en su introducción», apuntó: “Ese poder tecnocientífico está revolucionando paulatinamente todas las esferas de la sociedad con una propuesta seductora de cambiar profundamente la realidad, dar sentido a la vida y garantizar un mejor futuro para todos con grandes beneficios individuales y sociales como jamás antes se ha visto” (p. 21)». 

Luis Quezada valoró que, en su argumentación, el autor citara las palabras de «Pablo VI: “Porque el peligro no viene ni del progreso ni de la ciencia, que, bien utilizados, podrán, por lo contrario, resolver muchos de los graves problemas que afligen a la humanidad. El verdadero peligro está en el hombre, que dispone de instrumentos cada vez más poderosos, capaces de llevar tanto a la ruina como a las más altas conquistas” (p. 9)»; y las de «Benedicto XVI: “La ciencia puede contribuir mucho a la humanización del mundo y de la humanidad. Pero también puede destruir al hombre y al mundo si no está orientada por fuerzas externas a ella misma (…). No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor. Eso es válido incluso en el ámbito puramente intramundano” (p. 9)». 

En el encuentro también hubo lectura de poemas: Luis Velásquez Reyes leyó su aplaudido «Panteísmo». De Fausto Leonardo Henríquez se escucharon diversos poemas místicos durante el estudio del maestro. William Acevedo Fernández leyó su «Eternidad»; Sandra Berroa «Pola», «Sobre la muerte» y «Padrenuestro». Juan Santos: «Devuélveme». Leopoldo Minaya recitó su poema «Estoy aquí desde el principio», con una audiencia que lo escuchó con devoción, entre ellos los sensibles poetas Fernando Cabrera, Carmen Pérez Valerio; la reverencia de pie de Bruno Rosario Candelier fue verdaderamente sagrada y primorosa. En el tiempo para la narrativa, Rafael Hernández Figueroa leyó «Las maravillas del cosmos ante el egoísmo» y «Llegaron los mañeses»; Miguel Solano, «La fabulación del consciente conectado en la circulación monetaria»; y Emilia Pereyra leyó su cuento «Mambrú no es el Jefe». 

Agradecimiento de los visitantes 

Al final del encuentro, Luis Velásquez Reyes expresó hermosamente: «No encuentro las palabras para agradecer en este encuentro literario fraterno y sororal. Y quiero agradecer al compañero Fausto Leonardo Henríquez que fue de quien surgió la idea que yo viniera; y con la venia del doctor Bruno se pudo planificar este encuentro. Y estoy feliz de que mi segundo libro no haya salido porque tengo entonces la excusa perfecta para volver y, con el permiso de cada uno y de cada una de ustedes, poder presentarles De las cosas y sus espíritus, prologado por el compañero Fausto».  

Fausto Leonardo Henríquez, con su rostro lleno de ternura, nos compartió: «Cuando el Ministerio de Cultura en el año 2009 me declaró Personalidad Cultural del país, en virtud del premio otorgado, yo dije públicamente y lo vuelvo a decir ahora, que el premio que ganó ese libro de poesía mística, Gemidos del ciervo herido (2009), me lo dieron a mí, pero se lo dieron al Interiorismo. Lo dije más o menos con estas palabras: “Premiarme a mí, tanto en el Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística 2009, como premiarme a través del Ministerio de Cultura como Personalidad Cultural: ‘Me han premiado a mí, pero han premiado al Interiorismo’. Eso lo dije públicamente y lo digo aquí y creo que es verdad: esa dinámica de trabajar constantemente en la mística o la poesía interior, interiorista, dio como fruto este Premio Mundial de Mística y eso es fruto del Interiorismo».    

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