¿Sabes cuál es tu talento?

Si usted todavía no tiene claro un propósito o una meta para este año, le propongo convertirse en voluntario.  Busque una causa que le llame la atención, ponga su corazón y algo de tiempo y comience a cambiar el mundo.  En el camino, cambiará usted, pero eso es una historia para otro sábado…Una amiga de

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Si usted todavía no tiene claro un propósito o una meta para este año, le propongo convertirse en voluntario.  Busque una causa que le llame la atención, ponga su corazón y algo de tiempo y comience a cambiar el mundo.  En el camino, cambiará usted, pero eso es una historia para otro sábado…

Una amiga de una amiga, apasionada del servicio a los demás, tiene la extraña costumbre de preguntar a gente que recién conoce: ¿cuál es tu talento?

Su pregunta se basa en la parábola bíblica de los talentos en el Evangelio de Lucas, capítulo 19, que nos enseña que si multiplicas los talentos que te han dado, serás recompensado y que, si por el contrario, decides enterrarlos (o no hacer nada con ellos), te serán quitados para dárselos al que más tiene. No ha valido decirle que los “talentos” a los que se refiere la historia son más bien un tipo de moneda… para ella, estos son dones que el Señor te ha dado y que tienes que utilizar para no perderlos.

No conozco a nadie con un mayor “talento” para el trabajo voluntario que esta amiga. Vive bajo el convencimiento de que todos podemos ayudar; de hecho, que hemos nacido con un don especial para servir. He oído a gente rebatirle que no sabe hacer nada en específico y escuchar contestarle tajante, pero con todo el amor del mundo: ¿sabes leer? En los hospitales y albergues de niños hay cientos de personas que agradecerían que les lean por un par de horas. Daba este ejemplo sencillo para explicar que hay tantos talentos como necesidades que no requieren de ninguna especialización.

Esta dama, entrada en su sexta década, dedica buena parte de su tiempo al servicio voluntario y tiene sus causas favoritas. Cambiar el mundo, dice, es una decisión que inicia con una persona ayudando a otra. Un círculo virtuoso o una cadena de valor que va sumando eslabones a medida que decidamos integrarnos a colaborar.

Su mayor preocupación, me compartió la última vez que nos tomamos un café, es que se acaben los voluntarios de corazón, ese grupo de personas que son el alma de todo proyecto social. Y existen voluntarios de distintos tipos, algunos más activos, otros más estratégicos, pero todos necesarios.

El voluntario, me explica, es un ser especial. Tiene problemas como todos, pero encuentra el suficiente amor en su corazón para responder al llamado de otra persona y actuar. Reconoce que su contribución solitaria no es suficiente, por lo que cree en el trabajo en equipo y en la suma de los talentos individuales.

El voluntario, agrega, no busca reconocimiento, ni ningún tipo de remuneración material. Como mucho, se conforma con una sonrisa de vuelta, un diagnóstico favorable o la certeza de saber que en el mundo una persona es más feliz porque él estuvo en el momento justo con lo que se necesitaba.

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El voluntario, una vez comprueba lo que su servicio es capaz de hacer, difícilmente abandona. Y mayor es el compromiso mientras más tiempo le dedica, hasta que el servir a otros, con el corazón, se convierte en parte de su vida y la transforma.

Hoy voy a usar el talento de compartir vivencias que Dios me ha dado para hacer masivo este llamado a la solidaridad. Hazte voluntario. Te invito a que busques y encuentres tu llamado para servir. Súmate a la cadena de valor y pon a trabajar tus talentos. Incluye a tus hijos y a tus nietos, permitiendo que se involucren desde que tengan edad suficiente en una actividad en la que puedan ayudar. Con el tiempo, ellos también encontrarán su llamado. Colaboren como familia y demuestren que es posible cambiar el mundo una persona a la vez.

Nunca habrá suficientes voluntarios. Por eso, sin permiso de mi amiga pero segura de su consentimiento, te hago esta sencilla pregunta: ¿cuál es tu talento?

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