Guerra en Ucrania se libra en medio de temperaturas gélidas

El déficit entre la demanda y el suministro de electricidad ronda el 27 %, pero el descenso de la temperatura aumenta el consumo y pone a prueba la resistencia de un sistema eléctrico muy golpeado por las fuerzas rusas

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Ucrania se prepara para afrontar cortes de electricidad más frecuentes y prolongados a lo largo de esta semana, con temperaturas gélidas presionando un sistema energético de por sí dañado por los ataques rusos con misiles y drones sobre infraestructuras críticas.

En el centro de Leópolis, en el oeste de Ucrania, reina un silencio inusual. No se escucha el fuerte zumbido de los generadores eléctricos para paliar los cortes de electricidad que los comercios y viviendas deben soportar durante horas y horas. Están apagados, pero listos para funcionar junto a sus accesos.

“La generación de electricidad ha aumentado, pero el consumo también lo hace debido a las heladas. Además, la nieve y el hielo pueden provocar fallos en el sistema de transmisión”, advierte Sergiy Kovalenko, director de “Yasno”, uno de los mayores proveedores de electricidad del país.

Del mes de enero suave, en el que rara vez se registraron temperaturas bajo cero, se pasó a nevadas en gran parte del país y se pronostica que la situación se prolongará al menos hasta el sábado. Las mínimas nocturnas cayeron a los -12 en Leópolis y los -7 en Kiev, lo que hace que aumente la demanda de electricidad para las calefacciones eléctricas en los apartamentos.

Mientras tanto, toda la ciudad de Odesa (sur) lleva días sin electricidad para parte de su población después de que todas sus subestaciones, gravemente dañadas en los anteriores ataques con misiles rusos, se averiaran la semana pasada. 

Se han enviado a esta estratégica ciudad portuaria un centenar de potentes generadores, mientras las autoridades locales prometen que la situación mejorará a finales de semana. Las infraestructuras críticas, como los hospitales y el suministro de agua, tienen prioridad, mientras que unos 400,000 hogares sólo reciben electricidad durante un máximo de seis horas al día.

Sin embargo, a pesar del déficit de entre un 25 a 30 % entre la demanda y el suministro de electricidad, puede que lo peor ya haya pasado. Los intentos rusos de sembrar el caos provocando apagones generales y, con ello, el desplazamiento masivo de la población han fracasado hasta ahora. 

Volodímir Omelchenko, experto en energía del “Centro Razumkov” de Kiev, explicó a Efe que han influido en ello varios factores, como la mejora de las defensas antiaéreas, las medidas preventivas implantadas en Ucrania y la ayuda de sus aliados en el exterior.

Kazajistán se ha sumado inesperadamente a la lista de estos últimos. El país centroasiático pertenece a la alianza militar liderada por Rusia, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), pero no ha apoyado sus acciones en Ucrania ni ha bloqueado las iniciativas privadas para proporcionar ayuda a Ucrania.

Sus empresarios y su diáspora establecida en Ucrania reaccionaron a la petición de ayuda del diputado ucraniano Sergiy Nagorniak: seis “Yurtas de la invencibilidad”, lugares de acogida, se están desplegando en ciudades ucranianas, entre ellas Leópolis, para proporcionar un lugar donde calentarse y obtener bebidas calientes durante los cortes de electricidad.

Zhanna, una de las voluntarias que gestiona la de Leópolis, explica que la yurta es un hogar tradicional de los kazajos, antiguamente una nación nómada. Es una tienda redonda portátil con una estructura de techo de madera y alfombras en las paredes para aislar. Está coronada por un terminal, alimentado por un generador eléctrico que garantiza la conexión a Internet incluso cuando no hay electricidad.

La voluntaria sirve té caliente a los visitantes y explica que muchos lugareños se sienten atraídos por la inusual estructura. Una de ellas, Larissa, destaca su sensación de calidez y el confort. “Especialmente en tiempos como estos necesitamos algo de calor en nuestras almas también”, dice a Efe. 

De las chimeneas de los edificios de la ciudad sale humo. Los habitantes utilizan gas y leña para calentar sus hogares, aunque los que pueden permitírselo ya han comprado generadores eléctricos o baterías domésticas.

“Ya estoy acostumbrada. Sólo hay que planearlo todo con cuidado y moverse con rapidez cuando hay electricidad”, explica Larissa, que confía en que la guerra y los ataques no terminen en un futuro lejano. 

El país ha entrado en el quinto mes tras el inicio de los ataques masivos contra su infraestructura energética. Las autoridades advierten de que es probable que pronto se produzca la siguiente oleada.

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