¿Referéndum sobre la unificación de Irlanda? Una opción lejana y controvertida – El Profe Show

Unos 25 años después, el referéndum carece del apoyo necesario y mayoritario

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El Acuerdo de Paz estableció la posibilidad de un referéndum sobre la unificación de Irlanda si una mayoría social lo desea. Pero 25 años después carece del apoyo necesario y mientras unos defienden su pertinencia democrática otros advierten de sus peligros.

¿Qué dice el Acuerdo de 1998? 

En el acuerdo de paz del Viernes Santo de 1998, los gobiernos británico e irlandés acordaron “reconocer la legitimidad de cualquier opción libremente ejercida por una mayoría del pueblo de Irlanda del Norte (…) tanto si prefiere seguir apoyando la Unión con Gran Bretaña como una Irlanda unida soberana”.

Constataron que en aquel momento “el deseo de la mayoría de la población de Irlanda del Norte” era “mantener la Unión”.

Pero admitieron que “en el futuro, el pueblo de la isla de Irlanda (puede) ejercer su derecho de autodeterminación” si existe el apoyo “de una mayoría del pueblo de Irlanda del Norte” y “por acuerdo entre las dos partes (…) Norte y Sur, para lograr una Irlanda unida”.

Esto integraría la actual región británica de Irlanda del Norte en la vecina República de Irlanda -país miembro de la Unión Europea- que también debería aceptar la unificación por referéndum.

¿Cuál es la situación 25 años después?

“Sigue habiendo muchas cuestiones no resueltas”, incluido cómo calcular el apoyo social necesario para convocar una consulta, dice a la AFP Duncan Morrow, politólogo de la Universidad del Ulster, estimando que “todavía estamos bastante lejos”.

Según los sondeos, la mayoría de norirlandeses sigue queriendo permanecer en el Reino Unido, “pero los cambios demográficos actuales sugieren que dentro de 10 años puede haber una mayoría de población católica” mayor de edad que podría decantar la balanza hacia la autodeterminación, agrega.

También el Brexit, contra el que votaron 58% de norirlandeses, pesa desde hace unos años a favor de la unificación como medio para reintegrar la UE, señala.

Otra cuestión es saber si la población de la República de Irlanda aceptaría el coste de dicha unificación.

“¿Requeriría cambios en la República de Irlanda en cosas como la bandera o el himno, que son muy emocionales?”, se pregunta.

También, dado el inferior desarrollo económico de Irlanda del Norte respecto al vecino del sur, “si la unidad irlandesa costase dinero a la gente en la República de Irlanda, ¿afectaría a su voto?”, plantea.

¿Argumentos a favor?

El profesor de Derecho Colin Harvey, miembro del movimiento cívico republicano “Ireland’s Future” que milita por una consulta, admite que no existen actualmente las condiciones para convocarla, “ni mañana (…) ni el año que viene”. 

Pero considera que “nos dirigimos a ella, tal vez en una década o 15 años” y de momento trabaja “preparando las cosas para hacerlo bien”, creando conciencia y “elaborando documentos políticos que marquen el camino” hacia una “transición estable y responsable”.

Reconoce que una consulta de este tipo polarizaría a la población, pero toda “democracia produce división”, afirma. “También en las elecciones hay desacuerdos y nadie sugiere abolir las elecciones porque la gente tiene opiniones enfrentadas”, agrega.

Pensando en “el Acuerdo del Viernes Santo, 25 años después, en todos aquellos valientes pacificadores que lo hicieron posible, mi opinión es que estaríamos deshonrando su memoria si evitáramos este debate sobre el futuro constitucional (…) deberíamos afrontarlo, por difícil que sea”, defiende.

 ¿Y en contra?

“La demografía es más compleja que la simple división por religiones o una simple identidad, yo soy británico y también muy irlandés”, responde por su parte la exestrella del rugby y abogado unionista Trevor Ringland, que milita por tender puentes entre protestantes y católicos y contra un referéndum que “no tiene fundamento”.

Defiende que la población norirlandesa ha prosperado económica y socialmente en los últimos 25 años, que los jóvenes se definen menos por sus orígenes y se mezclan más.

“Hay que seguir trabajando”, reconoce, pero considera que en una región de violento pasado un referéndum podría reanimar tensiones y enfrentamientos. 

Sería un retroceso” del que, afirma, la cohesión social tardaría décadas en reponerse.

“Tenemos una oportunidad real de garantizar que lo que pasó no vuelve a pasar nunca”, subraya, recordando que en los años 1980, cuando él jugaba al rugby para el equipo de la República de Irlanda y su padre era un policía protestante en Irlanda del Norte, este era “uno de los lugares más peligroso del mundo para ser policía”.

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