Las escuelas suecas dan marcha atrás en el uso de pantallas y vuelven a los libros de texto

Se destinarán 60 millones de euros a reequipar las aulas con manuales

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¿Ha ido Suecia demasiado lejos en la digitalización de sus escuelas? Eso es lo que piensa el gobierno de centro-derecha, que culpa a las pantallas del descenso del rendimiento de los alumnos. Se destinarán 60 millones de euros a reequipar las aulas con manuales en un país donde los niños están expuestos a las pantallas desde la guardería.

El gobierno sueco da marcha atrás. El 15 de mayo, la ministra de Educación, Lotta Edholm, decidió enterrar la estrategia presentada en 2022 por la Agencia Nacional de Educación Escolar en materia de aprendizaje digital.

La ministra ya había expresado sus dudas en un artículo publicado en el diario Expressen el 21 de diciembre, recuerda Le Monde. En la nota, describía el uso de esta tecnología en las escuelas como un “experimento” y expresaba alertaba por la “actitud acrítica que considera despreocupadamente la digitalización como algo bueno, independientemente de su contenido”, lo que lleva a “dejar de lado” los libros de texto, que, según señaló, tienen “ventajas que ninguna tableta puede sustituir”.

El Ejecutivo a ha decidido destinar 60 millones de euros este año y 44 millones de euros anuales en 2024 y 2025, para que los manuales en papel regresen a las aulas, y que cada niño reciba un libro por materia.

La visión de los docentes

Tableta en mano, un niño controla un robot insecto. “Enseñamos a los niños la programación y el hecho de que es el ser humano quien controla al robot”, explica a RFI Pär Thunvnik, director de una guardería del sur de la capital.

No hay límites ni recomendaciones sobre el uso de las pantallas. Es una herramienta como otra cualquiera en la escuela. De hecho, esta mañana, los niños están en pleno taller de pintura, utilizando papel y colores que manchan.

“Sabemos qué hacer con las pantallas, pero los padres están preocupados porque piensan que las usamos como en casa: para ver películas, vídeos de YouTube… Eso es consumo pasivo, pero aquí queremos que produzcan cosas con ellas”, defiende.

Tableta frente a libro de historia-geografía

A la salida, Alexander, padre de dos niños pequeños, confía en las instituciones: “Tal vez si introducimos a los jóvenes en las pantallas a una edad temprana, estarán menos fascinados… porque siempre quieren lo que no pueden tener”. Andreas, por su parte, está preocupado por su hijo mayor, de 13 años: no sabe escribir a mano, garabatea. Aprendió mirando una pantalla y pulsando un teclado. Tampoco sabe leer muy bien los textos escritos a mano.

En realidad, el uso de las pantallas varía enormemente de una escuela a otra, por eso es tan difícil evaluar realmente su impacto. “Podemos ver que los niños aprenden peor con los medios digitales. Pero depende mucho de los profesores y de los contenidos”, argumenta Annette Sundqvist, investigadora en neurociencia pediátrica.

¿Bastará el regreso de los viejos libros de texto para elevar el nivel académico de los niños suecos? El debate está servido.

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