La historia del hombre que duró 17 años en prisión

Marty Tankleff tenía 19 años cuando le sentenciaron a dos cadenas perpetuas consecutivas

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Marty Tankleff tenía 17 años cuando una mañana se despertó y encontró a su madre muerta y a su padre desangrándose en la oficina. Llamó al 911, como cualquier persona sensata, para notificar lo que había ocurrido sin sospechar que él pasaría de ser una víctima al principal sospechoso del doble asesinato, mucho menos que estaría 17 años de su vida pagando un crimen que no cometió. 

“[Estaba] en pánico total, en shock. No hay manera de describir el momento porque lo que me pasó a mí es algo por lo que nadie debería pasar”, dijo Tankleff durante una entrevista en un programa de la BBC.

Tankleff fue encarcelado en 1990 y liberado en 2007, luego de que un juzgado revisara su caso y descartó los cargos en su contra. Unos 16 años después el hombre cuenta la historia que pasa de la trágica manera en la que perdió a sus padres adoptivos, a lo plancentero de dar los primeros pasos fuera del recinto carcelario. 

La niñez de Marty

Marty fue adoptado por Arlene y Seymour Tankleff desde antes de su nacimiento, la pareja se asentó en los suburbios de Long Island, en el estado de Nueva York para criar a su pequeño. 

“Mi padre nunca tuvo nada cuando era niño, pero cuando yo estaba creciendo, ellos estaban en una situación financiera más estable, así que algunas de las cosas que mi padre o mi madre hubieran querido tener de niños me las dieron a mí”, cuenta el hombre a la BBC.

Además de obsequiarle con las cosas que nunca tuvieron, Arlene y Seymour también le otorgaban su tiempo al joven Marty. 

Si bien los policía desconocían la relación entre Marty y sus padres y la situación lo comprometía lo suficiente, el hombre, que actualmente tiene 51 años, no comprende por qué esa fatídica mañana de septiembre, en vez de ser llevado a un hospital o mantenerlo en casa, los investigadores iniciaron contra él un brutal interrogatorio, del cual no existen registros, según señaló la BBC. 

“Como lo veía yo en el momento, ellos estaban interesados en atenderme como víctima. Luego nos enteramos de que me habían visto como sospechoso desde el principio”,expresó Marty. 

Inicio de la pesadilla 

El interrogatorio, llevado a cabo por el detective James McCready, inició por las preguntas habituales para determinar el tipo de relación que el joven mantenía con sus padres, o de quien podría ser un posible sospechoso, cuenta Marty. 

El chico nombró a Jerry Steuerman como persona de interés en el caso. Steuerman era socio de su padre y, según una demanda de diciembre de 1988, los representantes del Seymour Tankleff aseguraban que este le debía casi 900,000 dólares al padre de Marty.

Y justo el día anterior al crimen, Steuerman había estado en la casa de los Tankleff jugando póquer junto a otros invitados, visita que se extendió hasta altas horas de la madrugada.

“Pero hubo un punto de inflexión -dice- en el que las preguntas dejaron de ser parte de la investigación, a ser acusatorias”.

McCready utilizó engaños y mentiras durante el interrogatorio al adolescente con el fin de que reconociera un crimen, que hasta el día de hoy, Marty niega tener participación en él. Una de las mentiras, explicadas por el detective, consistió en hacerse él mismo una llamada en la cual le informaban de la supuesta reanimación del padre del joven con adrenalina y que este lo había señalado como quien les infligió las heridas. 

“En EE.UU., se le permite a los interrogadores mentirle a los sospechosos, y eso fue lo que hicieron”, cuenta Marty, haciendo un recuento de las mentiras que le dijeron.

Mientras que al socio de su padre, lo habían descartado como sospechoso cuando apareció en California una semana después, diciendo que había escapado por el miedo de que lo fueran a acusar en el doble asesinato.

Marty explica que la táctica utilizada por los investigadores se trató de “derrumbar su piso” lo suficiente para que hiciera o dijera lo que ellos querían. Lo que quedó demostrado en el juicio que inició dos años más tarde, en el que se presentó como prueba un documento escrito por McCready y sin la firma del muchacho, al que le dieron peso de confesión. 

Steuerman también estuvo en el juicio en calidad de testigo, en el que aseguró que no había tenido nada que ver en la muerte de los Tankleff. 

Marty fue sentenciado a dos cadenas perpetuas consecutivas, cada una con posibilidad de libertad condicional después de 25 años.

Pasaron 14 años, en los que Marty se enfocó en demostrar su inocencia.

Pasos hacia la libertad 

En 2004 la defensa de Marty pidió un nuevo juicio. Tenían casi 20 testigos y nuevas evidencias, que ponían los reflectores una nueva vez sobre el socio de Seymour Tankleff. Pero la moción fue denegada. 

No pasó mucho tiempo para que la defensa entendiera que si querían sacar a Marty de la cárcel, su caso tenía que ser conocido en otra jurisdicción. Su abogado habría dicho: “la conclusión es que no hay justicia para él en el condado Suffolk”.

Tres años más tarde la corte de Brooklyn conoció el caso de Marty y retiró la condena debido a que “no existen pruebas suficientes” para demostrar su culpabilidad. Pasaron más de 24 horas para que el hombre fuera consciente de lo que significaba esa decisión. 

“No fue sino hasta el día siguiente, cuando un guardia me trajo el periódico y vi mi cara en primera página que realmente entendí lo que había ocurrido. Fue algo por lo que trabajé durante tanto tiempo, que solo pude entenderlo cuando lo vi impreso”, recordó Marty.

Con la mitad de su vida transcurrida detrás de unos barrotes, los primeros pasos que el hombre dio fuera del recinto fueron impactantes y quiso saborear el momento reduciendo al máximo la velocidad. 

“Cuando estábamos saliendo de la prisión, le dije a los que me acompañaban que camináramos más despacio, y cuando me preguntaron por qué, les dije que eran mis primeros pasos de libertad, y los quería tomar despacio”.

El mundo estaba cambiado cuando Marty salió de prisión, pero eso no lo detuvo en su meta de convertirse en abogado.

“Es difícil de aceptar [lo que ocurrió], y es una de las razones por las que me convertí en abogado. Tengo amargura de que el sistema me falló y amargura porque hubo personas que se comportaron, intencionalmente, de una manera que llevó a mi condena”, dijo Marty a la BBC al tiempo que aseguró que mientras alguien sepa la verdad, le “queda una sensación de alivio”.

Marty se casó y tiene un hijo, y en 2017 presentó una demanda contra el condado de Suffolk, la cual terminó con un acuerdo de 10 millones de dólares en beneficio del hombre que había pasado 17 años de prisión acusado de matar a sus padres, sin tener suficientes pruebas para culparlo.

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