Macharranerías – El Profe Show

La sociedad dominicana, en la cual vivo muy a gusto y de la cual me siento parte, tiene una gran deuda con el combate a la cultura de la violencia de género, comenzando por el énfasis en el machismo que impera en los hogares y los trabajos, pasando por el desprecio a la diversidad.El año

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La sociedad dominicana, en la cual vivo muy a gusto y de la cual me siento parte, tiene una gran deuda con el combate a la cultura de la violencia de género, comenzando por el énfasis en el machismo que impera en los hogares y los trabajos, pasando por el desprecio a la diversidad.

El año pasado cerró con 69 mujeres asesinadas en el contexto de las relaciones de pareja, una cifra que sigue siendo escandalosa, pues hablamos de una fémina asesinada cada cinco días por la incapacidad de los hombres de lidiar con las frustraciones de perder el control. 

Ese número no incluye los múltiples incidentes que a diario se dan en la intimidad de los hogares y que nunca salen a la luz pública, bien porque no son reportados o bien porque las autoridades no atienden las denuncias.

El 2023 ha arrancado con nuevos incidentes de violencia de pareja, el más notorio protagonizado por un policía que decidió matar a una joven madre, porque no encajaba en sus patrones machistas de lo que debe ser una mujer. Esas macharranerías, como les digo, son manifestaciones extremas de otras menos violentas y que son toleradas socialmente, como los comentarios subidos de tono en el ámbito laboral, la discriminación en el empleo, los estereotipos en la casa, entre muchos otras.

Al ámbito de la violencia contra la mujer se suma la discriminación y el abuso por concepto de diversidad sexual, que no son otra cosa que crímenes de odio. En este país nos hemos puestos gríngolas para no ver que hay un patrón de violencia desmedida contra aquellos que no son heterosexuales. El año pasado cerró con 15 homicidios, más de uno al mes, según los datos que pudieron recopilar los líderes de esa comunidad. Ninguno fue investigado como crímenes de odio, comenzando porque las familias no quieren vivir con el estigma social de tener un gay en su seno. Eso hay que cambiarlo. Mucho se habla de la educación como antídoto, pero acabar con la impunidad también es determinante y para ello debemos comenzar por llamar las cosas por su nombre: violencia machista y crímenes de odio. 

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