Protestas contra Dina Boluarte no paran en Perú

Tras dos meses de protestas en la mayor parte del país, se han reportado 47 civiles muertos en enfrentamientos en las manifestaciones, y un policía fallecido, según datos de la Defensoría del Pueblo

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Miles de personas marchan por varias ciudades peruanas este jueves, en nuevas manifestaciones por la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y en conmemoración de las muertes de 18 civiles hace un mes en Juliaca (sur), en una violenta protesta.

En ciudades de los Andes y la zona selvática cerca del Amazonas se reportaron movilizaciones en reclamo de una salida a la crisis política, desatada tras el fallido autogolpe del expresidente Pedro Castillo y la llegada al poder de Boluarte, su vicepresidenta, en diciembre pasado.

En Juliaca ocurrieron las demostraciones más nutridas y sentidas. Los manifestantes exigieron justicia para los fallecidos el 9 de enero, cuando una turba de unas dos mil personas intentó tomar por asalto el aeropuerto Inca Manco Cápac, ubicado a 1,300 kms al sur de Lima, en la región Puno.

La marcha se dirigió hacia el aeropuerto, donde se concentraron los manifestantes para continuar su reclamo. Allí un contingente policial custodiaba el aeródromo, atrincherado en un improvisado puesto de defensa, hecho con sacos de arena, planchas de metal y tablones de madera.

Por la tarde, los manifestantes intentaban ingresar nuevamente a la terminal aérea, generando la respuesta de la policía antidisturbios que disparaba andanadas de gases lacrimógenos, según mostraban imágenes de medios locales.

– Llanto y protesta –

Horas antes, cientos de personas, incluyendo familiares y allegados de las víctimas mortales, recorrieron varias calles en una movilización que concentró llanto de dolor, consignas antigubernamentales y cantos de protesta, orquestados con instrumentos musicales como trompetas y tambores.

“La sangre derramada jamás será olvidada” o “¿cuántos muertos quieres para que renuncies?” fueron algunos de los mensajes dirigidos a la presidenta Boluarte, mientras madres y familiares empuñaban fotos e imágenes de los fallecidos por la violencia en las protestas.

“Me han quitado a mi hijo asesinándolo. No puedes pagar eso, la vida de mi hijo”, exclamó con pesar Faustina Huanca, una vendedora informal de 57 años, a la AFP.

Huanca, como muchos de los presentes, vestía de negro, y participó en una misa católica en la que un sacerdote rezó algunas oraciones de la eucaristía, y bendijo a los presentes con agua bendita esparcida con rosas rojas.

“Pasaron dos policías y me dispararon a quemarropa (…) Tengo más de 70 perdigones en todo el cuerpo, (los médicos) solo pudieron extraer ocho en la primera cirugía que me hicieron. Tengo el resto en el cuerpo”, aseguró Diego Quispe, de 34 años y trabajador independiente.

“Que todo el mundo se entere que un día como hoy 9 de enero han caído nuestros hermanos en este lugar” manifestó a la AFP una mujer llamada Edit, que no quiso identificarse con su nombre completo y dijo ser familiar de una víctima.

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