Una idea revolucionaria en tu Mapa de Sueños – El Profe Show

Mi idea revolucionaria de este año fue pensar en mis hábitos

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Este último diciembre y como cada diciembre, me senté para realizar una de mis rutinas de fin de año. Esta rutina consiste en mirar el mapa de sueños que hice a finales del año anterior y reflexionar sobre mis resoluciones, deseos, lo que pude lograr y lo que no pude lograr.

El 2022 no fue un año fácil para mí. Les confieso que viví en una burbuja desde que conocí a mi actual esposo en el 2017. Mi calidad de vida mejoró notablemente gracias a él, a su compañía, a su apoyo, a sus cuidados, y claro que sí, también a sus ingresos. Sin él, es posible que no hubiera fundado la única escuela de Mindfulness en República Dominicana y más que nada, no hubiera tenido esa calma y claridad que me brinda su compromiso a este proyecto llamado matrimonio que decidimos emprender juntos.

Esa burbuja explotó cuando falleció mi padre en noviembre del 2021. De repente me di cuenta de que no importaba cuánto creciera en mis finanzas, en mi espiritualidad, en mi trabajo o en cualquier otra dimensión del bienestar, yo no era ajena a los imprevistos. Esta primera conclusión en mi agendada reflexión anual me dejó perpleja. La realización de que a pesar de todo este desarrollo que sucedía en mí y de toda la felicidad que me rodeaba, a mí también iban a pasarme cosas malas. Definiendo como “cosas malas” a recibir una sorpresiva notificación por parte de mi contable, un diagnóstico de cáncer de una persona querida, saber que mi hija era víctima de acoso, obtener un posible diagnóstico de cáncer para mí y la logística y gastos imprevistos de un accidente cardiovascular en mi madre.

Mi segundo descubrimiento fue darme cuenta de que cada año tenía menos metas y deseos y que finalmente, al mirar la hoja vacía donde plasmaba los logros que quería conquistar, todo se reducía a dos anhelos que dependían totalmente de mis hábitos: más amor hacia mí para poder compartir desde adentro ese amor con los demás y mucha salud.

Aumentar el amor hacia mí dependía de definir mis prioridades y establecer límites. La salud, dependía mucho de hacer las paces con lo impredecible pues hay enfermedades de las que no puedes escaparte y la otra parte, la que depende de mí, a evitar todo eso que mis genes no quieren como la carne roja, la azúcar, la deshidratación, la falta de movimiento, dormir poco, quizás el gluten, entre otras chulerías que sabemos que nos hacen mal pero que nos cuesta cambiar o eliminar.

Así que mi idea revolucionaria de este año fue pensar en mis hábitos

Por lo que me propuse abundar sobre este tema afianzando y refrescando el conocimiento que ya tenía del tema, pues lo incluyo sí o sí en mis clases de Mindfulness.

Antes de continuar te voy a compartir una estadística sorprendente: ¿sabes cuántas personas realmente tienen éxito con las resoluciones de Año Nuevo?

Solo el 8%.

Te doy una pausa para que te repongas.

Sí, solo el 8%. Lo que significa que más del 90% de las personas no logran hacer cambios significativos en sus objetivos.

¿Por qué es eso?

¿Es falta de motivación?

¿Es la naturaleza de los objetivos mismos?

¿Son las personas demasiado ambiciosas con sus metas?

Ninguna de las anteriores.

Dos de las principales razones por las que las personas fracasan con sus objetivos es:

  1. Porque estos no están profundamente conectados con su identidad
  2. Y porque se enfocan más en la meta que en el proceso.

Como escribe James Clear en su libro “Hábitos Atómicos”, si tus objetivos y hábitos entran en conflicto con tu identidad, no podrás crear los sistemas correctos que te permitan tener éxito. Tu identidad programa tu mente subconsciente para lograr una meta. Casi como una máquina, tu mente subconsciente impulsa las acciones y los comportamientos según quién cree que es y qué cree que es posible para ti.

Para cambiar mis hábitos, desde uno limitante como la inactividad a uno potenciador como el ejercicio físico regular, necesito enfocarme en convertirme en una persona atlética. No se trata de “Rebajar 15 libras”, se trata de “Soy una atleta” y elaborar mi propósito en base a esta creencia. Entonces sí, hay que hurgar y buscar en lo más profundo en tu interior la creencia que te convierte en esa persona que evita el ejercicio a toda costa sobre todo con autosabotaje inconsciente.

¿Cómo me ayudó esta premisa en la definición de mis resoluciones para el 2023? Simple. Escribí en mi antes abarrotado de imágenes y frases tablero de visión o mapa de sueños solo dos frases: Soy amorosa conmigo misma y soy saludable.

Además de la identidad que ya estaba definida, el segundo paso fue pensar en el proceso, no en la meta misma. Para convertirme en una mujer “amorosa conmigo misma” y “saludable” necesito primero descubrir las creencias contrarias a estas resoluciones alojadas en mi mente subconsciente por lo que enfoco mis meditaciones matutinas a observar todo aquello que me limita en estos aspectos y apagar el piloto automático cuando mi intuición está tratando de decirme algo. También, y creo que esta es la parte más importante, observo los pensamientos que tengo sobre estos aspectos. Si alguno de estos pensamientos no me ayuda en mi objetivo, lo reemplazo por uno que si lo haga.

Ahora estoy más atenta que nunca a la información que consumo, a lo que me motiva o no me motiva, a las conversaciones que me aportan y que me hacen explorar lo que pienso y lo que siento. He tenido muchas charlas esclarecedoras en los últimos días que me han empujado a tomar decisiones útiles. Estoy cambiando mis hábitos de pensamientos y enfocándome en el proceso. Me estoy transformando en la persona que quiero ser. Estoy haciendo el trabajo que me corresponde para que luego Dios o el universo hagan la otra parte.

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