Mariano Fernández Enguita y la integración de la tecnología en el aula de clase

El sociólogo español también habla de desafíos que enfrentan los docentes

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El uso de la Inteligencia Artificial (IA) ha causado un gran revuelo en distintos ámbitos profesionales y culturales, pero el uso de esta herramienta y otros avances tecnológicos en los salones de clase ha sido la fuente de numerosos debates y teorías. Al visitar la República Dominicana para impartir su conferencia “Transformar la educación, desencadenar el aprendizaje: La Quinta Ola”, el reconocido sociólogo y catedrático español Mariano Fernández Enguita compartió su opinión sobre este y otros temas que afectan al mundo de la educación.

¿Qué papel debe jugar la IA en las aulas de clase?

La inteligencia artificial ahora se reduce a un sistema predictivo muy complejo, como se ha dicho a veces, pues es un predictor de texto con esteroides que es capaz de hacer y decir cosas que tienen credibilidad y de carácter general. No está hecho para la educación ni para un sistema educativo en particular, sino que es genérico. Esos son los problemas. Digamos, que la inteligencia artificial por la que me preguntan, que entiendo que son los modelos de lenguaje y tal, ese es el lado interesante, pero al mismo tiempo preocupante.

Tiene el enorme atractivo de que es dialógico. Es decir, un niño o un adolescente se pone a escribir y de inmediato tiene una respuesta y en general es una buena respuesta. Incluso, esa respuesta puede ser naturalmente en texto, pero ya podría ser oral, puede ser una imagen o un video, etc. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que en la medida en que pasamos de que Alejandro Magno tuviera por tutor a Aristóteles, mientras que la mayoría de la gente no tenía casi nada, hasta ahora que todo el mundo ha ido a la escuela. El modo en que lo hemos hecho ha sido generalizarlo de la única manera que podría ser, de bajo costo, y para hacerlo tenía que ser enteramente unidireccional o en gran medida unidireccional. 

Tenemos un maestro que habla a los alumnos, unos libros de texto que dicen cuáles son las preguntas y respuestas, que son esas y solo esas. Se trata de un conjunto de restricciones que, por más esfuerzos que hagamos, y se hacen, no pasa de ser un sistema en el que uno, el sistema, el maestro, el libro o lo que sea, habla a muchos. 

Lo que nos ofrece la inteligencia artificial generativa y conversacional en particular es recuperar esa posibilidad de diálogo cuya pérdida ya Sócrates lamentaba incluso en la escritura. Requiere una adaptación a la educación, requiere que el profesor esté involucrado y requiere de una adaptación a un contexto sociocultural.

Es un proceso, pero es un proceso para mí muy prometedor. La inteligencia artificial puede estar en el aula, no soltándosela sin más a los alumnos, sino avanzando en su adaptación, experimentando, codiseñando lo que se hace. No es que llegue directamente a la tecnológica y decir: “¡Mira qué estupendo es! A ver cómo te va en tu ámbito con eso”, sino hacer un codiseño más específico. Naturalmente habrá errores, pero yo creo que las oportunidades son enormes.

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Ahora que los estudiantes tienen un mayor acceso a todo tipo de información, ¿cree que en las instituciones académicas debe de haber un mayor énfasis en materias y actividades que impulsen el pensamiento crítico?

Sí, siempre que el pensamiento crítico quiera decir que eres crítico con el mundo que te rodea, con la información que tienes, pero, sobre todo, que pienses por ti mismo. A mí lo del pensamiento crítico me asusta un poco porque ya estoy aburrido de que se diga cualquier cosa y hay alguien que responde: “eso será lo que tú dices o lo que tú crees”, o que todo el mundo tenga su experto o que salgan negacionistas a lo que quieran. 

Dicho eso, a pesar de todas las cautelas, efectivamente nosotros ya no estamos en disposición de distribuir la verdad, tampoco tenemos el monopolio de la información ni del acceso a ella, ni al conocimiento ni a la sabiduría ni a nada. Hubo un tiempo en que sí, que solo una parte de la sociedad tenía ese acceso, una parte muy pequeña, y una de las funciones más esenciales de la escuela era permitir que eso llegara a la población. Hoy no, hoy todo el mundo nada en la sobreabundancia de información, en la potencial confusión absoluta sobre qué es verdad, qué no lo es y qué es pura cháchara. A mí no me asusta tanto las noticias falsas como la cantidad de basura y cháchara que hay en Internet con el único propósito de que sigas ahí un rato y hagas clic. 

Hay que aprender a moverse en esa información, pero uno no aprende a moverse en esa información recibiendo una verdad o una supuesta verdad y a partir de ahí ya puede hacerlo. Al contrario, hay que aprender a moverse moviéndose en ella, como se aprende a nadar en el agua, no en una clase teórica, se aprende a nadar en el agua nadando, con precauciones y compañía y todo lo demás. 

¿El uso ético de la IA es un tema que debe de ser tratado entre docentes y estudiantes? 

Claro, los docentes con los estudiantes y con cualquiera, y sobre los chatbots, los libros de texto y los materiales escolares en general. La inteligencia artificial, más concretamente, los modelos de lenguaje, el problema que tenemos con ellos y la ética es que, por un lado, recogen todo lo que está en sociedad, lo bueno y lo malo. Por otro lado, pueden reforzar el sesgo de representatividad que ya existe. El problema está ahí, pero tampoco es para salir corriendo, sino que es un problema que se puede tratar y creo que se está tratando. 

¿Existen hábitos o prácticas que los docentes deben de abandonar porque ya están desfasadas?

Yo creo que lo más desfasado que hay en un aula es el aula. No me refiero a tener el aula en un cuarto, sino a la estructura del aula o lo que yo llamo el aula huevera. Es decir, todos los alumnos en sus sillitas, mirando hacia el profesor y escuchando o escuchando al compañero que lee una lección o lo que sea. Esa aula huevera y el horario en parrilla, que es como el televisivo, tres cuartos de hora de esto, a continuación, tres cuartos para lo otro. Da igual el tiempo que necesite cada cosa o el contenido de la materia, o si es interesante, a los tres cuartos de hora hay que cambiar porque sí. Pienso que eso tiene que desaparecer. Sobra la idea de que todo el mundo puede aprenderlo todo al mismo tiempo.

Necesitamos reestructurar los espacios escolares de modo que nosotros le digamos al espacio como debe estar. Debe de ser posible que un profesor o un profesor con sus alumnos o un educador en general pueda reorganizar enteramente ese espacio en función de qué quiere o cómo quiere que se aprenda. No al revés. Tenemos que ser capaces de reestructurar eso y opino que tenemos que aprovechar las tremendas posibilidades que la tecnología digital nos da en el aula y en el aprendizaje.

¿Cuáles son las cualidades y destrezas más esenciales que deben de cultivar los docentes de hoy en día?

Muchas. Por un lado, evidentemente, debe conocer el corpus de conocimiento del que se ocupa, me da igual que sea la escritura o física cuántica, debe tener conocimiento de lo que es la docencia, del aprendizaje, del contexto de sus alumnos, porque no está no está hablando por la radio a un público indiferente. Tiene un público preciso, entre los cuales están los que lo tienen claro desde la cuna que tienen que estudiar y que eso les va a llevar lejos, hay otros que no saben para qué lo hacen, hay otros que no tienen los medios y también los que pasan una mala temporada. Hay que tener eso en cuenta. No digo que tenga que ser psicoanalista el docente, pero hay que conocer a quién se está dirigiendo. Tiene que saber que es un sujeto, no un mero receptáculo y luego tiene que tener un conocimiento de los medios que ese individuo y sus alumnos van a utilizar en la enseñanza del aprendizaje. 

Es preciso elevar el nivel de competencia digital del profesorado. Ahora bien, eso hay que hacerlo, pero como eso es muy difícil, creo que hay una vía menos desesperante que a la de tratar de conseguir que todos y cada uno de los profesores alcancen el nivel de competencia suficiente. No solo hay que pensar en el profesor orquesta, que debe hacer todo, sino también en la colaboración entre profesores. No me refiero a que se vea en una reunión, me refiero a la codocencia en el aula. Por ejemplo, en lugar de grupos pequeños con un profesor cada uno, un grupo más grandes con dos o tres profesores y no tienen que ser los mismos para todos, pueden cambiar. Entonces codocencia en el aula, que aprendan a colaborar, porque les va a arreglar muchas cosas.

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