Discurso de la República Dominicana en el 78º Debate de la Asamblea General de la ONU y sus vínculos con la justicia climática

La penúltima semana de septiembre puede resultar muy confusa. Para algunos, es el momento en que se viven los últimos días cálidos del año, que desvanecen a medida que caen las hojas de los árboles. Para otros, significa prepararse para la avalancha de responsabilidades que inevitablemente llega al inicio del último trimestre del año. Y

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La penúltima semana de septiembre puede resultar muy confusa. Para algunos, es el momento en que se viven los últimos días cálidos del año, que desvanecen a medida que caen las hojas de los árboles. Para otros, significa prepararse para la avalancha de responsabilidades que inevitablemente llega al inicio del último trimestre del año.

Y para un grupo muy dedicado y, a veces, perceptiblemente reducido, significa sintonizar con la que posiblemente sea la semana más importante del año para la diplomacia mundial: el Debate General de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Del 19 al 26 de septiembre, líderes mundiales de todo el planeta se reunieron en el imponente salón de la Asamblea General de las Naciones Unidas con motivo del 78º Debate, que, contrariamente a lo que los Modelos de las Naciones Unidas nos harían creer, no es tan incendiario como su nombre indica. Todo lo contrario: es uno de los ejemplos más precisos de diplomacia pública en un escenario internacional.

El evento mundial brindó a los líderes la oportunidad de presentar poderosas declaraciones que, al mismo tiempo, captaron los logros y retos más urgentes de un país determinado.

El discurso de la República Dominicana, de casi 14 minutos de duración y presentado por el Presidente Luis Abinader, mantuvo al cambio climático como el tema central, aludiendo a cómo la persistencia y el empeoramiento de los fenómenos climatológicos harán retroceder los objetivos de desarrollo que los países han alcanzado en las últimas décadas. Otro aspecto destacable fue la inclusión del concepto de CBDRC -responsabilidades y capacidades comunes pero diferenciadas-, un poderoso término de justicia climática que reconoce cómo todos podemos contribuir, en función de nuestras circunstancias y limitaciones específicas, a lograr un mundo más equitativo. Para enfatizar este argumento, el Presidente Abinader afirmó que la “Repu´blica Dominicana tiene el firme compromiso de que podamos construir un modelo de desarrollo humano, inclusivo, justo y sostenible. Sin embargo, es legi´timo preguntarnos ¿estamos realmente encaminados a lograrlo?”

A pesar de sus avances en el área de la energía limpia, la República Dominicana asumió la responsabilidad de su dependencia de los combustibles fósiles, reconociendo que las necesidades actuales nunca deberían servir como excusa para que nadie, y mucho menos los países, no aumenten sus ambiciones. Para ilustrar este punto, se hizo un llamado a todos los países productores y exportadores de petróleo para que participen en un mecanismo financiero que garantice la estabilidad de los precios del crudo a los países importadores de renta baja y media, como los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID), que son responsables de apenas el 0,2% de las emisiones mundiales de carbono.

Algo que destaca es cómo la República Dominicana ha mantenido un mensaje clave en todos sus discursos: la necesidad de reformar el sistema financiero mundial para convertirlo en un aliado clave de los países más vulnerables del mundo. En el centro de este argumento se encuentra la adopción del Índice de Vulnerabilidad Multidimensional (IVM), que el Presidente Abinader mencionó durante el discurso del país en la 78ª Asamblea General:

“Pero faltan muchos pasos au´n ma´s contundentes, entre otros: la adopcio´n del I´ndice de Vulnerabilidad Multidimensional (IVM) de aplicacio´n para todos los pai´ses en desarrollo”. Según el Grupo de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de un IVM, “todos los países son vulnerables, pero de diferentes maneras”, lo que constituye otra referencia importante al CBDRC.

Aunque los PEID no constituyen la totalidad de las naciones marginadas de nuestra sociedad, sí dependen en mayor medida de la financiación externa tanto para prepararse como recuperarse de los retos estructurales inducidos por el cambio climático. En consecuencia, la preparación ante catástrofes, el alivio de la deuda y el desarrollo de infraestructuras son más difíciles de lograr, y se encuentran en un vals inestable en el que la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) nunca será suficiente para cubrir la totalidad de las emergencias a las que estos países se enfrentan a lo largo del año.

¿Por qué, a pesar de los amplios programas de financiación disponibles, estos fondos son insuficientes para los PEID? La renta relativa y, en algunos casos, media de este grupo hace que no puedan optar a las opciones de financiación más asequibles, reservadas para los países con los ingresos más bajos. Este modelo distributivo es débil en varios aspectos, pero destaca uno: cómo la financiación exterior no tiene en cuenta la vulnerabilidad a las crisis mencionadas a la hora de desembolsar fondos.

Las medidas tradicionales de desarrollo, como la renta nacional bruta (RNB) per cápita, no reflejan los retos sistémicos y vulnerabilidades crónicas que el cambio climático ha exacerbado, incluido lo que cuesta compensar los fenómenos meteorológicos repentinos y reducir su deuda. Al adoptar el IVM, el ecosistema del desarrollo internacional estará mejor equipado para utilizar los datos de forma que se garantice el desarrollo sostenible de los PEID y otros países vulnerables.

Haciéndose eco de este punto, el presidente Abinader afirmó que “es urgente la creacio´n de un mecanismo de financiamiento en condiciones favorables para que los pai´ses de renta media puedan enfrentar los retos que plantea el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 2015-2030). La falta de acceso a recursos adecuados fue justamente una de las razones por las que la mayori´a de los pai´ses no lograron cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM 2000-2015).”

Viendo cómo la puesta en marcha del fondo para pérdidas y daños podría estar estrechamente ligada a la adopción del IVM, esperamos que la COP28 de este año impulse los debates sobre la integración de este índice en todo el mecanismo financiero internacional sin excluir a los PEID de la ayuda que necesitan, y asegurándose de que ningún país vulnerable se quede atrás. Como declaró el Presidente Abinader al final de su intervención, “La historia nos juzgara´ no solo por las palabras que pronunciamos en estos sagrados salones, sino ma´s crucialmente, por nuestras acciones en el terreno de la realidad. No le fallemos al futuro.”

Este artículo se ha publicado con el apoyo de la Caribbean Climate Justice Journalism Fellowship, una iniciativa conjunta de Climate Tracker y Open Society Foundations

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