Viaje a Jersón un año después que los ucranianos recuperaron su control

Los ataques se han incrementado en las últimas semanas

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Cae la noche y Alina junto con una decena más de personas, la mayoría mujeres, espera a que llegue el autobús que la llevará a su casa, no muy lejos del río Dniéper, el área que sufre con mayor intensidad los ataques rusos.

“Nos atacan continuamente. Nos bombardean en la noche y en el día sin parar. No tenemos ni paz, ni calma. Toda la gente con la que me encuentro está nerviosa”, explica Alina.

Jersón quedó atrapada por la guerra desde el comienzo de la invasión a gran escala en febrero 2022. Fue la primera y única capital de provincia en quedar bajo el control de Moscú y desde su liberación en noviembre del año pasado, es atacada constantemente por las fuerzas rusas que tomaron posiciones al lado este del río.

Alina, como muchos otros en la ciudad, nunca se marchó. “Mi madre es mayor, tiene 76 años, ella no quiere irse, por eso no nos vamos”, afirma.

Antes de la guerra, Jersón tenía alrededor 300,000 habitantes. Actualmente quedan 70,000, más de la mitad son personas mayores de 60 años como Luba, de 72, que esta tarde ha venido hasta el centro a una cita médica. El resto de los días prefiere quedarse en casa, como muchos. La mayoría de las calles están prácticamente vacías.

“Todos somos seres humanos. Claro que tenemos miedo. Los ataques son muy frecuentes. Hay bombardeos, los barrios están muy dañados”, explica Luba.

Los ataques se han incrementado en las últimas semanas, pero las alarmas no alcanzan a sonar. Esto se debe a la cercanía de las tropas rusas que en algunos puntos están a menos de cuatro kilómetros.

Decenas de habitantes han sido alcanzados en las calles. Como le sucedió a Irina, de 42 años. Cuando la encontramos estaba en la entrada de uno de los tantos refugios de cemento que las autoridades han instalado junto a las paradas de autobuses.

“Cuando voy a trabajar no tomo el camino más corto, sino la vía que me puede llevar protegida de refugio en refugio porque recientemente fui a trabajar y literalmente en un segundo sentí un ataque cerca y no había un lugar donde esconderme”, recuerda.

No niega que tiene miedo cada vez que sale a la calle, pero asegura que su temor era mayor cuando los rusos estaban en la ciudad. Como muchos, espera que, en un futuro no muy lejano, el ejército ucraniano logre hacer retroceder a las fuerzas rusas y la calma regrese a la ciudad.

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