Recuperación económica de América Latina y el Caribe perderá fuerza, advierte la ONU

Informe cita que las nuevas oleadas de COVID-19, los problemas del mercado laboral y de la cadena de suministro y las presiones inflacionistas afectarán el crecimiento

Informe cita que las nuevas oleadas de COVID-19, los problemas del mercado laboral y de la cadena de suministro y las presiones inflacionistas afectarán el crecimiento

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Se espera que la recuperación económica de América Latina y el Caribe, tras la crisis del COVID-19, pierda fuerza a medida que los vientos mundiales a favor retroceden y las debilidades estructurales resurgen, según el informe de las Naciones Unidas “Situación y perspectivas de la  economía mundial” (WESP, por sus siglas en inglés) 2022.

El documento señala que la recuperación económica mundial se enfrenta a importantes vientos en contra, debido a las nuevas oleadas de infecciones de la COVID-19, los persistentes problemas del mercado laboral y de la cadena de suministro y las crecientes presiones inflacionistas. Tras expandirse un 5.5 % en 2021, se prevé que la producción mundial crezca un 4.0 % en 2022 y un 3.5 % en 2023.

“Sin un enfoque global coordinado y sostenido para contener la COVID-19, que incluya el acceso universal a las vacunas, la pandemia seguirá representando el mayor riesgo para una recuperación inclusiva y sostenible de la economía mundial”, señaló Liu Zhenmin, secretario general adjunto del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas.

En América Latina y el Caribe se prevé un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 2.2 % en 2022, por debajo del 6.5 % de 2021 que se obtuvo cuando las actividades económicas se recuperaron de la recesión ocasionada por la COVID-19. La recuperación, más rápida de lo previsto, se vio favorecida por los importantes avances en materia de vacunación que permitieron a los gobiernos suavizar las restricciones y reabrir sus economías.

A principios de diciembre de 2021 dos tercios de la población de la región habían recibido al menos una dosis de la vacuna, aunque las disparidades entre países seguían siendo grandes. Además, la región se benefició de unas condiciones externas favorables, como la fuerte demanda de China y Estados Unidos, los altos precios de las materias primas y el aumento de las entradas de remesas. Pero la recuperación no ha sido suficiente para revertir los daños de la pandemia, que ha empujado a millones de personas al paro y a  la pobreza.

El informe advierte que, tras el fuerte repunte económico del año pasado, la región de América Latina y el Caribe se enfrenta a un panorama difícil para 2022 y 2023. El entorno exterior será menos favorable a medida que el crecimiento de los principales socios comerciales de la región se ralentice y las condiciones  financieras mundiales se endurezcan.

Al mismo tiempo, muchos de los bancos centrales de la región  seguirán subiendo los tipos de interés para controlar la inflación, mientras que los gobiernos se apartarán  cada vez más del estímulo fiscal. Ante estos vientos en contra, se prevé que el crecimiento del PIB en Sudamérica alcance solo el 1.6 % en 2022. Las perspectivas a corto plazo son más favorables para América  Central y, especialmente, el Caribe, donde la continua reanudación del turismo apoyará la recuperación  económica.

Lenta recuperación del trabajo

Los mercados de trabajo de la región solo han experimentado una recuperación parcial y desigual luego de haber sufrido una conmoción sin precedentes durante las primeras fases de la crisis por la COVID-19. Aunque la actividad económica se recuperó, la creación de empleo ha sido insuficiente en términos de cantidad y calidad.

En la mayoría de los países, las tasas de desempleo siguen siendo significativamente más altas y las tasas de participación más bajas que antes de la pandemia. Los jóvenes, las mujeres y los trabajadores con menor nivel de formación han sido los más afectados por el deterioro del mercado laboral y el empleo informal representa una gran parte de los puestos de trabajo creados durante la recuperación.

Medidas pesarán sobre el crecimiento 

El rápido aumento de la inflación ha llevado a muchos bancos centrales a endurecer la política monetaria. En 2021, la inflación media de los precios al consumo en la región alcanzó su nivel más alto en dos décadas, impulsada por la liberación de la demanda reprimida, la escasez de oferta, el aumento de los precios de los bienes y servicios importados, debido a la depreciación del tipo de cambio y, sobre todo, el aumento de los precios de los alimentos y la energía.

Aunque la mayoría de estos factores son probablemente temporales, varios bancos centrales – por ejemplo en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú- han subido los tipos de interés para frenar la inflación y evitar el desanclaje de las expectativas de inflación. Aunque el ciclo de endurecimiento monetario va a continuar en 2022, la cuestión es la agresividad con la que los bancos centrales elevarán los costes de los préstamos en vista de una recuperación todavía frágil e incompleta.

Las perspectivas fiscales de la región también siguen siendo difíciles. Con la previsión de que las condiciones financieras mundiales se endurezcan, es probable que aumenten las presiones para consolidar las finanzas públicas, especialmente en el caso de los países que tienen una gran deuda denominada en  dólares.

En muchos países, el espacio fiscal se reducirá aún más a medida que la carga del servicio de la deuda siga aumentando, mientras que las demandas de gasto -por ejemplo, para reforzar los sistemas de salud y educación, ampliar la cobertura de la protección social, facilitar la transición energética y fomentar las políticas industriales y tecnológicas- seguirán aumentando. Dado que la pandemia amenaza con dejar secuelas duraderas en las perspectivas de desarrollo sostenible de la región, los responsables políticos siguen enfrentándose a decisiones difíciles.

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