Pareja de esposos con Covid se reencuentra en la UCI

Celebrarán sus Bodas de Oro este 27 de abril, tras sobrevivir al virus

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El próximo 27 de abril, Miguel Fernández y Olga Soto celebrarán su aniversario de bodas número 50. Esta pareja, conformada por un abogado y una médico ginecobstetra en retiro, es sobreviviente milagrosa del coronavirus COVID-19.

Antes de la llegada de las vacunas al país, Olga se mantuvo diez meses encerrada en la casa para evitar contagiarse. Sabía que, por su condición de diabética e hipertensa, la contraer el virus podía ser una sentencia de muerte.

En cambio, Miguel debió seguir yendo a la oficina para no parar por completo las entradas económicas del hogar. En diciembre de 2020, en una de sus diligencias, se contagió y aunque se reubicó en una habitación aislada, infectó a su esposa.

El detalle de estar separados no permitió que Miguel se enterara de que el 7 de enero de 2021, Olga realizó un edema agudo de pulmón y se salvó gracias a la rápida intervención de una emergencióloga. Conseguir una cama para su internamiento fue un dolor de cabeza, para esa fecha todo Santo Domingo estaba saturado.

Por el otro lado, la salud de Miguel, también hipertenso, fue en franco deterioro y la saturación de oxígeno comenzó a bajar en su cuerpo. Ya el problema no era conseguir una cama, ahora los padres de tres hijos requerían dos.

Con un día de diferencia, ambos lograron ser admitidos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Centro Cardio-Neuro Oftalmologico y Trasplante (Cecanot). La gran sorpresa fue que ninguno sabía que su pareja de toda la vida estaba justo al lado. En uno de los análisis de sangre, Miguel se quejó porque le dolió el pinchazo, Olga reconoció la voz y le pidió a la enfermera que corriera la cortina que los separaba.

“Imagínate lo que sentí al verlo. Al que lo meten en una UCI no sabe si va a salir y la zozobra de no saber si íbamos a terminar en un ventilador”, confesó Olga.

De su bolsillo costearon unos frascos de Remdesivir y con unos ejercicios diarios que incluían acostarse boca abajo, fueron mejorando y pudieron salir 10 días después. Para suerte de sus familiares, Soto pudo ingresar su celular y así los mantenía al tanto de su evolución, con la ayuda de una enfermera que se lo ponía a cargar.

Hoy día, la pareja todavía sufre las secuelas de la enfermedad.

El bajo nivel de oxígeno afectó la memoria de Miguel, quien debió auxiliarse de un tanque una vez en casa y Olga ha desarrollado una neuropatía en la pierna izquierda que le dificulta caminar, además del daño agravado en sus riñores.

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