El virus de las lesiones que afecta los lanzadores

“Lo más difícil de la vida es encontrar a alguien que te comprenda. Lo más difícil de la vida es encontrar a alguien que te comprenda” Fiódor Dostoievski Famoso escritor ruso “ En décadas pasadas era común y normal que los pitchers lanzaran por temporada más de 200 innings y completaban juegos con cifras de

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“Lo más difícil de la vida es encontrar a alguien que te comprenda. Lo más difícil de la vida es encontrar a alguien que te comprenda”Fiódor DostoievskiFamoso escritor ruso

En décadas pasadas era común y normal que los pitchers lanzaran por temporada más de 200 innings y completaban juegos con cifras de dígitos dobles. Hoy una salida de calidad son seis episodios y los juegos completos duermen el sueño eterno en una fosa común.

Un caso que merece pleno reconocimiento es la del inmortal de Laguna Verde Juan Marichal, que en su carrera de 16 años en las Grandes Ligas ganó 243 juegos y completó 244, un real “brazo de goma”.

Y viene la pregunta de orden: ¿Por qué los pitchers de Grandes Ligas se lesionan hoy más que ayer a pesar de que laboran en menos innings?

Técnicos en materia de pitcheo señalan que hoy los lanzadores son afectados de lesiones (hombro y codo) por los diferentes tipos de lanzamientos que tienen en su repertorio. En el pasado, el inventario básico de un pitcher era la bola rápida, la curva y el cambio el cual es diferente a cómo los lanzadores en el juego actual lo lanzan donde ejecutan un giro donde el codo es fundamental. 

El cambio reduce la velocidad y mantiene relativamente la misma trayectoria para evitar que el bateador haga los ajustes. Mario Soto fue el primero en tirarlo. Lo lanzó también Pedro Martínez y ambos necesitaron cirugía Tommy John.

Cuando un lanzador trabaja correctamente, debe usar principalmente las piernas y la parte superior del cuerpo, para liberar la pelota con potencia.

Nolan Ryan es un ejemplo perfecto de un lanzador que usó el recurso de sus piernas y su cuerpo para obtener poder en sus envíos.

Revisen un video de Nolan Ryan con uno de Gerrit Cole y notarán la diferencia en el sostén de sus piernas.

El tema es interesante, pero mi opinión, repito mi opinión muy personal, en mis 65 años viendo béisbol, es que es un tema interesante y que no hay una respuesta única sobre los factores que podrían estar causando tantas lesiones en el brazo.

En los primeros 100 años de la MLB jugaban 16 equipos, ahora hay 30. Eso significa muchos más puestos de trabajo para los lanzadores y mucho más potencial para las lesiones.

Mi teoría es que el porcentaje de lanzadores que se lesionan puede no ser mucho mayor, pero la gran cantidad de lanzadores en lista de lesionados hace que las cifras parezcan mayores, por la cobertura de los medios y las redes sociales. 

Además y esta es la conclusión final los equipos de Grandes Ligas no tienen masajistas del estirpe del “humilde” Cheché Arias, de Sarampico o de Juan Isidro Castillo en la Liga Dominicana, que con masajes de “Aceite de Culebra” le ponían el brazo, el hombro y las piernas a los peloteros como Wilibo Bencosme en sus buenos tiempos.

Un día como hoy

  • 1908: El Melocotón de Georgia Ty Cobb, firma con Detroit por US$4,000 más un bono de US$800 si batea por encima de .300. Recibirá el bono con un promedio de .324, líder de la liga, convirtiéndose en uno de los tres únicos titulares regulares de la Liga Americana en superar los .300 (la Liga Nacional tiene cinco) este año.

  • 1962: Los Filis de Filadelfia retira el número 36 del lanzador Robin Roberts.

  • 1977: El Pájaro Mark Fidrych, Novato del Año 1976, se rompe el cartílago de su rodilla izquierda y será operado 10 días después. La lesión pondrá fin efectivamente a la legendaria carrera del Pájaro.

  • 1978: Los Padres de San Diego despiden al manager Alvin Dark, siendo sustituido por el coach de pitcheo Roger Craig. Dark y Phil Cavarretta (Cubs en 1954) fueron los dos primeros managers despedidos durante los entrenamientos de primavera, a los que se unieron más tarde Tim Johnson (Toronto Blue Jays, 1999) y Joe Kerrigan (Boston, 2002).

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