La repercusión monetaria – El Profe Show

De los déficits fiscales se habla mucho, la mayor parte de las veces en contra. Son pocos quienes los defienden. A lo sumo se les explica como el resultado de algún trastorno coyuntural, de una situación de emergencia, o de “choques externos” que fue necesario asimilar. Entre sus consecuencias nocivas se mencionan el nivel de

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De los déficits fiscales se habla mucho, la mayor parte de las veces en contra. Son pocos quienes los defienden. A lo sumo se les explica como el resultado de algún trastorno coyuntural, de una situación de emergencia, o de “choques externos” que fue necesario asimilar. Entre sus consecuencias nocivas se mencionan el nivel de la deuda pública, el costo de los intereses, las limitaciones para invertir en obras reproductivas, y la dependencia de nuevos préstamos para refinanciar los anteriores. Pero hay otra consecuencia, que por ser menos visible no es menos perturbadora. Ella consiste en el efecto restrictivo que ejercen sobre la capacidad de maniobra de la política monetaria.

Se aduce que las decisiones de la política monetaria deben ser independientes de lo que suceda en el ámbito fiscal, pero por más segregadas y autónomas que sean esas decisiones, sería irreal creer que el impacto que ellas puedan tener sobre el costo de la deuda pública no va a ser tomado en cuenta. Ese costo se añade a otros condicionantes, como son el efecto sobre el tipo de cambio, la rentabilidad del sector financiero, la calidad de las carteras de crédito, o el nivel de la inflación, convirtiéndose en otro determinante de las disposiciones monetarias. Y puede ser en ocasiones una consideración cuya incidencia supere a las de los demás factores.

Evidentemente, la limitación afecta esencialmente a las decisiones de alza de las tasas de interés, debido al impacto sobre el costo de las nuevas emisiones de la deuda, y por causa del descenso que tienden a provocar en el precio de mercado de los títulos ya en circulación, afectando esto último las valoraciones de las carteras de inversión. Por supuesto, lo mismo se aplica a las emisiones privadas de valores de deuda, pero en la esfera estatal intervienen consideraciones socioeconómicas de mayor trascendencia, cuyo potencial como fuente de presión es mucho más considerable.

 

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