El pensamiento de la Conquista del Nuevo Mundo

En La Española surgió un conflicto interno: ¿qué derechos tenían los españoles sobre aquellas tierras? Antonio Montesinos se había pronunciado al respecto en su famoso sermón de adviento de 1511 en contra de la servidumbre de los nativos en Santo Domingo: “Decidme, ¿con que´ derecho y con que´ justicia tene´is en tan cruel y horrible

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En La Española surgió un conflicto interno: ¿qué derechos tenían los españoles sobre aquellas tierras? Antonio Montesinos se había pronunciado al respecto en su famoso sermón de adviento de 1511 en contra de la servidumbre de los nativos en Santo Domingo: “Decidme, ¿con que´ derecho y con que´ justicia tene´is en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios?”.

Se dice mucho sobre las acciones malsanas de los conquistadores (cabe remitirse a la Leyenda Negra Española),  pero poco se explica o se estudia sobre la mentalidad y cosmovisión que los llevaron a la supuesta “guerra justa”. La bula menor Inter Caetera del papa Alejandro VI (del 3 de mayo de 1493) para los Reyes Católicos estipula lo siguiente sobre el Descubrimiento de América: “La fe cato´lica y la religio´n cristiana sean exaltadas y que se ampli´en y se dilaten por todas partes y que se procure la salvacio´n de las almas y que las naciones ba´rbaras sean abatidas y reducidas a dicha fe”. En pocas palabras, el pontífice les donaba a los reyes plena potestad sobre todos los territorios encontrados.

Para los españoles, según la Doctrina del Poder Universal, el representante de Dios en la Tierra era el Papa, quien a su vez ocupaba el trono de San Pedro y tenía autoridad sobre todo el Planeta, sobre todos los reinos de cristianos, y también de infieles. Para sostener esta postura, se basaban en las palabras de Cristo, específicamente en el libro de Mateo 28:18: “Acercándose Jesús, les dijo: ´Toda autoridad me ha sido dada en el Cielo y en la Tierra”.

Tales palabras sellaron de manera contundente una conclusión religiosa y moral que fue utilizada, quizás hasta de manera teológica-jurídica, para asumir posesión de un territorio recién descubierto. De este modo, Isabel y Fernando no se opusieron a este beneficio personal, por lo que sus soldados obedecieron a los monarcas por su paga, convencidos de que estaban haciendo lo justo delante de Dios.

En esa tesitura, en 1510,  Juan Maior, el profesor de París, escribió su comentario acerca del Libro II de las SentenciasDe Pedro Lombardo: “El poder temporal de los cristianos sobre los infieles puede justificarse, bien como un medio preparatorio para la propagación de la fe”.

Además, los españoles se enteraron del conflicto entre los taínos y caribes (sin mencionar a los ciguayos de Samaná). En tal sentido, se preguntaban si este era un territorio de paz. ¿Tenían que estar alerta para entrar en batalla? ¿Ellos serían los vencedores o los vencidos? ¿Estaban estos nativos sometidos a la opresión tiránica de sus caciques y había que salvarlos? Hay que visualizar todo esto en un marco donde había pocos intérpretes y muchos malentendidos.

La cultura española de la época era muy bélica; recordemos los años de la Reconquista contra los musulmanes, que terminó en 1492 (año también del Descubrimiento de América). Asimismo, es preciso mencionar que el nivel educativo de los soldados era muy precario: escasamente sabían leer. En otras palabras, estaban en busca de fortuna, su oficio era la guerra (y, más aún, si era por defender la fe de Cristo). Así y todo, nada de esto justificaba los maltratos y abusos cometidos contra los aborígenes. En resumen, es bueno tener una visión de este hecho histórico desde un ángulo diferente respecto de la cosmovisión actual.

Escrito por Hanlet Domínguez

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