La educación de la Mujer vista por Antonio María Segovia en el siglo XIX

El siglo XIX fue el período de la historia en el que se promovieron las grandes transformaciones e independencias de los países americanos. En todos esos cambios y procesos, la mujer se sumó para lograr los ideales libertarios definidos y la conformación de sus respectivos Estados. Sin embargo, a pesar de haberse sumado al fragor

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El siglo XIX fue el período de la historia en el que se promovieron las grandes transformaciones e independencias de los países americanos. En todos esos cambios y procesos, la mujer se sumó para lograr los ideales libertarios definidos y la conformación de sus respectivos Estados. Sin embargo, a pesar de haberse sumado al fragor de esas luchas de emancipación, no fue considerada en las normativas constitucionales que regirían en las nuevas naciones. Cabe señalar, que la mujer no aparece en la Constitución dominicana de 1844 ni en la Constitución de Moca de 1858, considerada esta última la más liberal hasta ese momento.

La mujer en este contexto, marcado por sectores liberales y conservadores, fue centro de todo tipo de exclusión, ya que ambos grupos coincidían en distanciar a la mujer de las actividades públicas y en relegarla al espacio privado. No obstante, se reconocía en cierta medida que la formación y capacitación de la mujer en el siglo XIX era importante para el desarrollo industrial, ya iniciado, y en las nuevas estructuras sociales que demandaban cambios y adaptaciones ante la evolución del capitalismo emergente.

Valga resaltar que desde el inicio de la escuela formal a la actualidad, la educación en general comenzó a estar en manos de mujeres. Los aportes más significativos de la educación de la mujer, para esa época, los marcó en nuestro país Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897), con el Instituto de Señoritas (1881), quien tenía una visión diferente y era poseedora de las ideas de libertad y participación igualitaria de la mujer, que había sembrado Eugenio María de Hostos.

Siguiendo ese pensamiento, Antonio María Segovia e Izquierdo (1808-1874), quien fue el primer cónsul de España en Santo Domingo, promotor del famoso episodio de la historia dominicana conocido como la matrícula de Segovia, destacado en su España natal por sus trabajos literarios e intelectuales como secretario y miembro de número de la Real Academia Española, tenía una visión sobre la mujer que me llamó la atención, tanto por su estilo sarcástico como por su entorno social,  machista  y conservador que  caracterizaron la sociedad decimonónica.

Asimismo, su relación matrimonial con Ana Cabañero y Retamosa (1813-1890), según consta en sus cartas, fue abierta y liberal, pues le dio espacio para educarse y formarse. Hay que señalar que cuando ambos tuvieron que partir a París en 1840, a causa de las persecuciones de las que era objeto Segovia por  su ideología liberal, ella se dedicó a la cultura y al estudio del latín y del francés, convirtiendo su casa parisina en un punto de reunión de los españoles que visitaban a Francia, sobre todo aquellos que apreciaban el mundo de las letras y de las ciencias.

En relación a las publicaciones de Segovia en la prensa escrita, donde expresaba sus ideales liberales, por lo general siempre escribía a favor de la educación de las mujeres. De igual manera, dictó siete conferencias en distintos momentos para damas madrileñas, estas fueron publicadas por la Real Academia Española en 1870, con el título Nociones de ciencia y economía indispensables para la mujer, con el propósito de capacitar a las féminas en el ámbito de las ciencias económicas y financieras. Dichas conferencias versaron sobre la importancia de la economía y el ahorro, el trabajo, las fábricas de tejidos y las miserias de algunos países, entre otros temas de formación general que muestran la particular atención que ponía Segovia a todo el público femenino, tanto en sus escritos literarios como oficiales.  De su poesía titulada La profesión de fe política, extraemos el siguiente fragmento:

[…]Solo es quereros, señora,

Con la pasión más activa,

Es mi corazón amante

Ardoroso progresista.

 

Si os llegareis al obispo,

Y en otro nombre os confirma,

Como él os ponga Carlota,

Yo me declaro carlista. […]

 

Con esta visión de Segovia sobre las mujeres, se puede decir que él guardaba cierta similitud con el pensamiento de Eugenio María de Hostos y José Martí, que veían a la mujer como un ser humano con condiciones de existencia para aprender al igual que el hombre.

En el libro Las ideas educativas de José Martí (2020), de Celsa Albert Batista, se cita el planteamiento de Martí sobre la educación de la mujer, la cual considera un factor esencial para la transformación de todos los sectores sociales. Del mismo modo, se refiere al papel de la mujer en la sociedad, que debe ser educada y preparada a la luz del desarrollo de los pueblos. Martí decía: “Hay que formar a las mujeres para que no tengan que vender besos si quieren comprar panes”.

Al finalizar el siglo XIX y, con la entrada del siglo XX, se comenzaron a producir cambios sociales que obligaron a la mujer a formarse y a capacitarse. Hoy, en pleno siglo XXI, a pesar de las conquistas y logros alcanzados por las mujeres, esta debe continuar fortaleciendo sus capacidades en todos los campos, áreas de las ciencias y tecnologías; también debe seguir en la lucha por las reivindicaciones  no logradas, en un mundo cada vez más cambiante y competitivo.

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