Historias de perseverancia – El Profe Show

Todos los días escuchamos, vemos y presenciamos en primera fila ejemplos preciosos de perseverancia y los admiramos: El padre que luego de levantar a sus hijos, negocios y amistades terminó su universidad estudiando de noche. Con un título en mano que representa más que una carrera, demostró que nunca es demasiado tarde para alcanzar un

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Todos los días escuchamos, vemos y presenciamos en primera fila ejemplos preciosos de perseverancia y los admiramos:

El padre que luego de levantar a sus hijos, negocios y amistades terminó su universidad estudiando de noche. Con un título en mano que representa más que una carrera, demostró que nunca es demasiado tarde para alcanzar un sueño; que es cierto que el tiempo es elástico y que aunque el esfuerzo parezca personal, el éxito, el orgullo y la satisfacción son compartidos.

La madre que a base de ahorro semanal, quitándole un paquetito a la compra, va sumando para adquirir o pagar algo que su familia necesita desesperadamente.

El abuelo que cuenta con orgullo que para poder estudiar tenía que bajar a la escuela, distante a varios kilómetros del conuco, en los lomos cómplices de un burro bajo agua, sol y granizo por muchos años. Y cómo ese esfuerzo, que nadie apoyaba en tiempo de siembra o cosecha, cambió la vida de su familia y la suya propia.

El convaleciente que reta todos los días a su cuerpo para demostrar que la voluntad y la fe son más importantes que el diagnóstico médico contrario.

El creyente que pone su esperanza en un Dios que escucha sus oraciones y actúa y en base a eso, confía, sin importar lo que digan las circunstancias ni los demás.

El minusválido que no cree en limitaciones físicas ni emocionales y se demuestra a sí mismo, y al otro que quiera verlo, que sí se puede, que puede tardarse un poco más o hacerlo diferente pero que lo va a conseguir.

He conocido personas que han seguido caminando cuando ya no quedan caminos; que han seguido remando a pesar de la tormenta; que han seguido buscando la luz en la más oscura de las noches.

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Lo bonito de todas estas historias es que posiblemente nadie más creía en lo que ellos veían, en lo que ellos sentían tan real que podían tocarlo aunque luciera inalcanzable.

Lo bonito de la perseverancia es que cuando vemos historias de éxito, encontramos en nosotros mismos la determinación de comenzar de nuevo y de hacerlo mejor… encontramos la fuerza para intentarlo.

En todos estos años que tenemos conociéndonos, en esta interacción que comienza con la palabra escrita, he compartido con ustedes docenas de historias, la mayoría personales, pero me faltaba esta:

Este es un tributo sincero y humilde a tanta gente que me ha tocado y enseñado a base de ejemplos de perseverancia. Aquellos que, en la victoria que parecía imposible, han mantenido la humildad y no se han adjudicado el éxito en solitario. Aquellos que pudiendo decir con justa razón “te lo dije”, prefieren decir ¡”tú también puedes”!

Estoy segura que puedes nombrar muchas personas que han sido ejemplos de perseverancia en tu vida. Estoy segura que tú has sido ejemplo para otros cuantos.

Mi invitación, ahora que lees esto, es que revises lo que puedes hacer para motivar a otros a lograr lo imposible.

Cualquier meta que nos tracemos comienza con un sueño, en el mundo de la ilusión, pero vueltos a la realidad, solo se logra a base de esfuerzos, sudor, lágrimas, un par de zancadillas, malas noches, “amigos” que se quedaron en el camino y mucha, mucha perseverancia.

Cualquiera que haya logrado lo que a otros parecía muy difícil les dirá lo siguiente: “nunca perdí de vista la meta…. nunca dejé de intentarlo”. Parece simple, ¿verdad? ¡Inténtalo!

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