Manual del caos en Santo Domingo

La ciudad de Santo Domingo es un caos sin remedio ni dolientes.  A nadie parece importarle que los ciudadanos, agobiados de por sí, pierdan horas en atascos causados por la estupidez y la imprudencia humanas con un alto costo sobre la salud, la paciencia y el poquito de humor con que se sale de casa. 

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La ciudad de Santo Domingo es un caos sin remedio ni dolientes.  A nadie parece importarle que los ciudadanos, agobiados de por sí, pierdan horas en atascos causados por la estupidez y la imprudencia humanas con un alto costo sobre la salud, la paciencia y el poquito de humor con que se sale de casa. 

En uno de esos tapones me puse a divagar en las razones por las que hemos llegado hasta este punto y pienso que podríamos estar peor, que aún no tocamos fondo

Me propuse compartir con ustedes lo que puede ser el Manual que han llevado los políticos de turno para convertir esta ciudad – o cualquier ciudad – en un caos. 

Normas del caos

Sin orden ni precedencia, estas son algunas normas que pienso que deben estar en el dichoso manual si tuviera el tipo de inteligencia del político criollo:

  • No planifique, ni supervise.  Como autoridad, permita que se construya en cualquier lugar, a cualquier hora.  Mientras le den lo suyo, permitan que se instalen grúas y mezcladoras y ocupen tres cuartos de la vía en horas pico y que dañen calles y aceras sin que pase nada. 
  • Declare las aceras de utilidad pública.  Total, el peatón no es gente.  Permita que las aceras sean convertidas en anexos de negocios o en vías expreso para motoristas y deliveries, sin consecuencias.
  • Aplique la ley medalaganariamente.  La ley de tránsito solo se aplica para los que manejamos carros privados.  Se excluyen sumariamente las jeepetas negras, las patanas, los motores y las guaguas de transporte público. Cuando la gente se harte de abuso y no respete “la autoridad” no vengan a hacerse las víctimas o los estúpidos.  Ustedes se lo buscaron.
  • Sustituya por ñames los semáforos que funcionan.  Iba a poner semáforos inteligentes, pero ese caso está en la justicia y no me voy a meter en eso.  Pero sí, los peores tapones son provocados por ñames vestidos de verde y no pienso variar mi posición.
  • No eduque a la población.  No concientice sobre temas importantes como el respeto a las leyes de tránsito, medioambiente y desechos, derechos y deberes.  Parece que nos prefieren brutos, alienados y sucios. 
  • Politice todas las decisiones.  Desestime la opinión de expertos, sobre todo si es contraria a la suya y alegue que esas personas son del otro partido como única razón válida.
  • De paso, nombre compañeritos sin ningún otro mérito que ser de su partido (o tránsfugas oportunistas) en posiciones técnicas y después hágase el desentendido cuando el desorden impere y estalle el desastre.
  • Tale los árboles para que haga más calor y bachee a las doce del día.
  • No de mantenimiento a nada y después échele a la culpa a Colón si las cosas no funcionan.  Consiga par de gente que lo defienda en las redes y los medios.
  • Permita que sindicatos y sindicalistas usurpen las funciones que le corresponden al gobierno. Déjele las rutas, entréguele las guaguas a un precio cómodo y luego condóneles la deuda, que esos votos se necesitan.  Después, haga que no sea cosa suya cuando muchos de esos “nuevos empresarios” del transporte decidan meterse a políticos para que además de impunidad consigan inmunidad y barrilitos a costa de nuestros impuestos.

Hay muchas otras recomendaciones en este “manual del caos“, pero estas son las que me permitió el espacio y la imaginación.  Santo Domingo pudo ser una ciudad modelo.  Ahora es una pesadilla de vehículos y llena de gente malhumorada y tarde para sus compromisos sin solución a la vista, solo otro tapón.

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